FRENTE A FRENTE

lunes, 11 de agosto de 2008

Concha Buika




María Concepción Balboa Buika
Concha Buika es mi nombre tribal y el de mi abuela. En Guinea se conoce así al personaje de Cenicienta. Fue mi bisabuela quién compró ese nombre. Según me contó mi abuela, a su madre se le morían todas las niñas y cuando ella nació la abandonó para no verla morir. Pero sobrevivió y se fue a vivir con unos familiares que le daban comida a cambio de trabajo, hasta que a los 10 años se puso a labrar. Mi bisabuela le pedía a sus tierras lo que se pide a un marido: compañía, seguridad… Pero se quedó embarazada y le puso Kitailo, como diciendo “tú si harás algo en la vida”. A su vez, mi abuela tuvo 11 o 12 hijos y de ahí sale la estirpe. Las Buika somos mujeres muy fuertes. Mi padre era un activista político y lo buscaban para cargárselo. Era maestro y escribía cosas revolucionarias. En 1976, primero vino él y, cuando se sintió seguro, se trajo a mi madre, que ya tenía dos nenes. Aquí, en Mallorca, nací yo. Mi padre no tenía ninguna intención de educarnos, quería redimirse a través de nosotros, que sus hijos fueran militantes. Pero éramos pequeños, no sabíamos de militancia. Lo que no puedes hacer es criar a un niño en contra del blanco, en tierra de blancos

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