FRENTE A FRENTE

sábado, 25 de octubre de 2008

Teoria de la discontinuidad

Según la teoría de la discontinuidad, el tiempo, el cambio, etc., crecerían por gotas o brotes finitos, en los que no aparece nada, o bien ciertas cantidades que surgen de golpe. De acuerdo a esta concepción cada rasgo del universo tendría una constitución numérica definida. Así como lo mínimo que puede haber es un átomo, y no un semi-átomo o un cuarto de átomo, y cada cantidad finita de materia contiene un número finto de átomos, así también cualquier cantidad de tiempo, espacio, cambio, etc., que pudiéramos suponer, estaría compuesta de un número finito de cantidades mínimas de tiempo, espacio, cambio, etc.

Semejante composición discreta es lo que realmente logramos en nuestra experiencia perceptual. No percibimos nada o percibimos algo que ya está allí en una cantidad sensible. Este es el hecho que en psicología se conoce como "ley del umbral de conciencia". Se dice que, nuestra experiencia carece de contenido y de cambio, o que contiene una cantidad perceptible de contenido y de cambio. Nuestro conocimiento de la realidad crece literalmente por gotas o brotes de perfección. Intelectualmente y por reflexión podemos dividirlas en sus componentes, pero tal como son dadas inmediatamente llegan en su totalidad o no llegan en absoluto.

Sin embargo, si consideramos el tiempo y el espacio como conceptos, no como datos perceptuales, no se advierte cómo puede tener esta constitución atomística. Porque si los átomos o gotas carecen en sí mismos de duración o extensión, es inconcebible que agregando una cantidad de ellos aumente el tiempo o el espacio. Si, por otra parte, son pequeñísimas duraciones o extensiones, es imposible tratarlos como cantidades mínimas reales. Cada gota temporal debe tener una mitad anterior y otra posterior, cada unidad espacial debe tener una mitad derecha y otra izquierda, y estas mitades a su vez deben tener otras mitades y así siguiendo ad infinitum, de modo que a la noción de que la constitución de las cosas es continua y no discreta, se encuentra inseparablemente ligada la de una divisibilidad ad infinitum. Esta infinita indivisibilidad de algunos hechos, unida la infinita capacidad de expansión de otros (espacio, tiempo y número) ha dado lugar a uno de los más obstinados problemas dialécticos de la filosofía.

No hay comentarios: